
Cuando miras con cierta distancia y perspectiva el momento en el que dejas de beber, parece que lo sientes lejano, y aunque en el espacio mental sea así, no lo es tanto en el espacio temporal. Es por lo que creemos que ya esta todo resuelto, todo completo, que ya estas recuperado, que el momento de sentirse bien ha llegado y no es así, ni mucho menos. Esa no es la realidad.
Pienso que uno de los problemas que tenemos los alcohólicos es la alteración de la realidad por nuestras propias emociones, y al encontrarnos bien, en la cresta de la ola pues caemos en la errónea sensación y en la falsa idea de que todo esta hecho y que ya “somos normales”. Pero como digo es una falsa realidad, es simplemente “nuestra realidad”.
Sin duda estas conclusiones a las que llego son causadas por mi propia experiencia. Yo he intentado dejar de beber en diferentes momentos y de distintas formas y en todas y cada una he vuelto a recaer, y siempre la siguiente era de una forma mas virulenta y mas auto destructiva. Creo que con mi experiencia, al plasmarla en un documento o en varios puede resultarle útil a quién lo lea, a quién ha pasado por lo mismo y aún no se ha decidido a dejarlo o a consolar al que pasa por lo mismo. Como digo hablare de mi experiencia personal y espero no aburriros, y que os sirva para algo.
Tal como os he referido intente dejar de beber en varias ocasiones, antes de esta en la que me encuentro (y que estoy seguro, más que nunca, que será la definitiva, y lo será), pero no hablemos del presente hablemos del pasado, que es lo que más nos cuesta a los alcohólicos y lo que siempre pretendemos borrar de nuestra memoria. Aunque no me refiero al pasado que nos atormenta, al de las malas formas, al de la ira y la rabia, no.
Hablare de las recaídas y de los intentos y porque yo pienso que caí de nuevo y los errores que cometí en esos intentos, que es lo que puede servir a los que deseen dejarlo. Porque se positivamente que contar detalles escabrosos no nos ayuda en la distancia, es bueno hablar de ellos en los primeros días o semanas, recordar, comentar, etc., pero eso es otra historia de la que ya hablaremos. Pasemos pues a esas numerosas recaídas que toso sufrimos y que se convierten en un bucle del que parece que no podemos salir.
En una ocasión un alcohólico me decía que una recaída sólo se consideraba como tal cuando llevabas al menos un año sin beber, yo no estoy de acuerdo, simplemente porque el espacio temporal tiene un significado relativo en la recuperación, para mi es el espacio mental el más importante, por lo cual no comparto la idea de establecer una recaída en la simpleza de si llevas dos meses, un año o diez, sin beber. Partiendo de esto comenzaré a relatar mi experiencia.
Tras diversas malas experiencias con el alcohol, de las que todos hemos tenido, llego hace unos 6 años a la conclusión de que tengo un problema que no puedo controlar, es por lo que durante una amarga resaca, después de una de esas borracheras, me decido a ponerme en contacto con AA, recibí ayuda, rápida y suficiente como para comenzar una recuperación seria.
Y la comencé, con muchas ganas y totalmente consciente de mi problema. Asistí a las reuniones ininterrumpidamente durante tres meses, me iba bien, pero bueno me alejaron algunas cosas que yo mismo como persona no compartía (entended que indico como “persona” no como “alcohólico”, es decir era consciente de que no me gustaba y porque), cosas de las que hablaré en otro momento.
Después de los 3 meses decidí dejar de ir por varios motivos y yo me sentía totalmente recuperado, falsamente recuperado, por lo que comencé a llevar una vida normal, salía con los amigos, vuelta a alternar al mediodía, etc., lo cual me llevo un día a probar mi control, y evidentemente el control fue desapareciendo y el consumo fue “in crescendo”, y a los dos o tres meses más tarde estaba de nuevo en el punto de partida, degradado ya mentalmente como antes y en la misma dinámica.
Al cabo de un año decidí asistir a la ayuda de un profesional, un psicólogo, no me funciono absolutamente nada, tanto por culpa mía, como por la poca profesionalidad y sapiencia del facultativo. Y me explico. Yo canalicé que el origen de mi problema era motivado por la mala relación que tenia con un jefe en el trabajo en aquellos años, y el diagnostico del profesional fue erróneo, pues me decía que tenia un problema de auto-control y que tenia que aprender a controlarme. Como os podréis imaginar fue un desastre, no deje de beber ni un solo día.
Yo me excusaba con una justificación, y obviaba todos los años anteriores de alcoholismo antes de que “ése jefe” irrumpiera en mi vida, y no quería reconocer que simplemente justificaba mis borracheras delante de mi pareja con un mal día en el trabajo. Y claro el tratamiento del profesional intentando que me controlara, no que dejara de beber, pues me sentaba bien, que bueno!!! No tenia que dejar lo que no quería dejar, la bebida. Al final deje de ir. Esto no se puede considerar una recaída, simplemente un episodio de mentiras y justificaciones, que es lo que envuelve la vida de un alcohólico, y es un ejemplo de lo que nos pasa y hacemos con tal de no dejar nuestra adicción.
Meses más tarde tras otra borrachera y resaca lo dejé, comencé un periodo de práctica de deporte, de vida absolutamente sana, retome la vida que tenia hace años, cuando la ingesta de alcohol era moderada, y durante seis meses apenas cataba el alcohol y todo fue bien. Pero lo abandone, simplemente por el hecho de que no consideraba que le problema fuera tan grande, simplemente porque vi que “controlaba” “que podía dejarlo cuando quisiera” y que yo no era un indigente como los que veía cuando iba a currar por las mañanas tirados en un cajero automático. Simplemente regrese porque pensé que yo era un bebedor “normal” y claro me equivoque, como siempre.
Hace dos años estuve enfermo, durante cuatro meses estuve de baja, fastidiado y enfermo las perspectivas de la vida son distintas, diferentes, tu mente sufre una transformación al ver cercana la posibilidad de morir y eso te marca, en unos aspectos para bien, en otros para mal. Siempre esta ese Ying y ese Yang que mora en nuestro interior, y que siempre he pensado que en el caso de los alcohólicos el Yang es mayor.
Pero continuemos con mi experiencia. Una de las cuestiones que me vieron en las múltiples pruebas que me hicieron fue una pequeña mancha en el hígado, nada reseñable ni importante, aunque si me recomendaron que al cabo de una año fuese a revisión.
Por supuesto no fui. A los cuatro meses y viendo que me recuperaba de la enfermedad comencé de nuevo a beber, jejeje, que ironía, siempre decía que dejaría de hacerlo si una enfermedad me pasaba, pero no lo hice, decidí continuar. Durante estos dos últimos años he intentado dejarlo varias veces, pero jamás lo hice más aya de una semana o diez días.
Sabía que podía estar perjudicando a mi salud gravemente pero me daba lo mismo. Lo dicho un desastre. Se fueron sucediendo borracheras más o menos malas, fiestas más o menos agradable so desagradables y episodios de bronca con mi mujer más o menos malos, siempre discutir que quede claro, jamás otras cosas, dentro de mi inconsciencia alcohólica, aún era consciente.
Hace unos tres o cuatro meses comencé a pensar mucho en el alcohol, no me había emborrachado mucho durante ese tiempo, vamos borracheras con resaca y bronca en casa. Aprovechaba los viajes de trabajo para beber y emborracharme un día, si y otro también. Pero en casa mantenía el tipo, más o menos. Pensé que eso sería la solución, pero algo comenzó a iluminarse en mis maltrechas neuronas.
Comencé a pensar en varias cosas que me pasaban me dio miedo. Me di cuenta de que la cerveza tenia que ser de más graduación y que lo justificaba diciendo que no la otra no sabia nada; mientras la gente con la que alternaba bebía una cerveza, yo me bebía dos o tres; nunca quería dejar de hacerlo, los demás decían que ya, pero yo me quedaba bebiendo solo; ya me emborrachaba en la mitad de tiempo que antes y con la mitad de ingesta.
Cada vez esos espacios temporales y mentales se acortaban; lo hacia a diario, y pensaba en beber cerveza todo el tiempo. Y más detalles que no explico pero que son similares. Todo esto en mis momentos de lucidez absoluta me atormentaba realmente y me hacían ver la realidad que no quería ver.
Entonces lo vi claro, transparente, meridiano, había llegado el momento, era el momento preciso. No por necesidad, no por obligación, no por salud, no por problemas sentimentales, simplemente porque había llegado el momento, lo sentí en mi interior y me lo dije a mi mismo, y me ocurrió algo que hacía mucho no me ocurría, sonreí, me sentí bien, era consciente de mi decisión y de que me iría muy bien, de que comenzaba mi nueva etapa, de que retornaría mi vida, a controlarla, a decidir por mi mismo, a amar a los que me aman, a disfrutar de la vida y lo que te ofrece y a dirigir de nuevo tus pasos por el camino que más desees. ¡ Ése era mi momento !.
Después de todo este rollo que os estoy contando, … jeje. Pasare a describiros mis conclusiones de porque antes recaía continuamente o porque la gente recae una y otra vez y no se decide a dejarlo. Simple y llanamente es porque su momento no ha llegado, estoy en la convicción absoluta de que el alcohólico camina siempre por una camino de sufrimiento, de tormento, (no valoro el sufrimiento del entorno que es mucho y grave), pero que no le permite salir, entrando en un bucle de destrucción continua.
Pero nos preguntamos ¿Cuál es el momento?, pues cada persona tenemos un rango de sufrimiento, un baremo diferente, personal, único. Cada uno llegamos al tope, o como me gusta decir al fondo, a tocar fondo, de una forma diferente y en un momento distinto. Ese es el preciso instante en el que tomas tu decisión, la definitiva, yo cuando la tome me sentí liberado, sí, libre, porque aunque ya antes había entendido de diferentes maneras que tenia un problema con el alcohol, me sentía obligado a dejarlo, pero en el instante de tocar fondo y decidirlo, me sentí liberado por no tener que beber nunca mas, por desestimar esa parte de mi vida.
Por abandonarlo, por comenzar otra forma de parte de mi vida, y me sentí bien, al contrario de lo que la gente puede pensar, me sentí fantásticamente. Y comenzó el proceso, que ya iremos contando las diferentes fases mentales y físicas.
Es por tanto necesario, a mi modo de ver, que el alcohólico toque fondo, que vea la realidad delante de sus ojos y en u propia mente, que sufra, hasta llegar a ese momento de sufrimiento máximo, que no tiene porque corresponderse con episodios de borrachera, gran resaca, peleas, discusiones, accidentes, etc., puede corresponder con momentos en los que piensas el daño que te causas a ti mismo y el sufrimiento que motivas en los que te aman, ése fue mi fondo, el sentir que ya no controlas tu vida, que hay decisiones que no tomas, aunque creas que lo haces, ése fue el momento, mi momento.
Alguien dirá, “y que pasa con la gente que no lo deja nunca y fallece alcohólico”, pues pienso que seguramente su momento de tocar fondo también llegó, también lo han tenido, pero pasó, no quisieron aprovecharlo, no pudieron superar su propio miedo interior a arriesgarse a sentirse libres y perecieron para siempre en el ojo del huracán, su propio Yang se apodero de ellos y los fagocito.
En resumen creo que todos y cada uno de los intentos por dejarlo, no fructifica, no cuajan, no prosperan, a causa de que simplemente no es el momento. Porque no disfrutas de tu sobriedad, porque en el fondo siempre ansias regresar al alcohol. Pero cuando es tu momento no lo ansias, no lo añoras, porque eres conocedor exactamente de tu problema, de tus circunstancias y quieres disfrutar de la vida con los tuyos, y entonces no quieres beber alcohol porque sabes lo que ocurrirá, lo que provoca en ti, lo que te perjudica.
Y estas en ése momento de “felicidad” de no desear beber. Por eso tocar fondo, sufrir, es lo que te hace renacer, tomar la decisión correcta, el camino adecuado. Y aunque parezca una contradicción, mi experiencia es lo que me indica, lo que me hace pensar que por mucho que te aconsejen, te digan o tu lo veas frente al espejo cuando te despiertas resacoso y te duele la cabeza, el sufrimiento en su grado superlativo, en su esencia espiritual es lo que nos hace liberarnos y romper las amarras con el alcohol, ahora eso sí, uno tiene que ser consciente y no dejar pasar ese momento, puede que luego no se presente más, porque tus neuronas ya no serán capaces de mostrártelo.
Magnífico!!!!
Israel, me ha encantado.
Y por supuesto que sirve de algo, y por descontado que NO aburre, en absoluto.
Estoy de acuerdo contigo en que, tiene que llegar el momento, y que a veces llega y no tenemos valor para hacer caso. Pero no sabemos cuántas oportunidades, cuantos momentos vamos a tener…más vale hacer caso y si ya hemos dejado pasar alguno pues mejor ponernos manos a la obra cuanto antes.
Si bien mi experiencia ha sido distinta, estoy de acuerdo en todo contigo.
Digo distinta, porque yo al principio, no sentí una liberación, por no tener que beber más, sino que era una obligación de no beber, y entonces sí que tenía sensación de pérdida.
Por todo lo demás, total acuerdo con tus reflexiones.
Por mi parte, nunca me he llamado a mí misma alcohólica, aunque seguro que es esa la palabra, digo que tengo un problema con el alcohol.
Muchas gracias por compartir tu experiencia!!!
Eres un campeón!!!
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muy buena historia y parecida a la mía, voy a ganar esta batalla.
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Ayer he encontrado mi fondo, el dolor persiste y es intenso y aunque no es agradable me hace saber que estoy vivo y que tengo una oportunidad quizás la última y no pienso desaprovecharla.
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