
En esta obra Gibran (escritor libanés emigrado a temprana edad a Estados Unidos) utiliza el personaje del profeta, que está a punto de regresar a su tierra natal, para plasmar, con el más bello de los estilos, los pensamientos más profundos y hermosos sobre diversos temas de lo más variopinto (el amor, la amistad, el trabajo, el comercio, la alegría, la muerte, …), que plantean a aquel los habitantes del pueblo que va a dejar.
Debería leerse antes de aprender a leer, todavía entre suspiros, al igual que debería ser libro principal en todas las escuelas del mundo, las que se encierran entre paredes y las que se viven en la belleza indómita de la Naturaleza. Khalil Gibran, con una prosa desbordante, sencilla y directa, provoca lágrimas y risas, pues como dice el propio filósofo libanés, las lágrimas y las risas recaen en el mismo foso.
Es un libro espectacular por sus enseñanzas intemporales: un canto a la vida y al amor. Con él, este difícil mundo de relaciones superficiales y futuros inciertos, se convierte en un planeta vivo donde vivir ya no es raro (que diría Carmen Martín Gaite), sino todo lo contrario: una ilusión plena por lo que se siente renacer de dentro del alma…
Lo dicho: simplemente fabuloso…
La Alegría y el Dolor
Entonces, dijo una mujer: Háblanos de la Alegría y del Dolor.
Y él respondió:
Vuestra alegría es vuestro dolor sin máscara.
Y la misma fuente de donde brota vuestra risa fue muchas veces llenada con vuestras lágrimas.
Y ¿cómo puede ser de otro modo?
Mientras más profundo cave el dolor en vuestro corazón, más alegría podréis contener.
¿No es la copa que guarda vuestro vino la misma copa que estuvo fundiéndose en el horno del alfarero?
Y ¿No es el laúd que apacigua vuestro espíritu la misma madera que fue tallada con cuchillos?
Cuando estéis contentos, mirad en el fondo de vuestro corazón y encontraréis que es solamente lo que, os produjo dolor, lo que os da alegría. Cuando estéis tristes, mirad de nuevo en vuestro corazón y veréis que estáis llorando, en verdad, por lo que fue vuestro deleite.
Algunos de vosotros decís: «La alegría es superior al dolor» y otros: «No, el dolor es más grande.»
Pero yo os digo que son inseparables. Vienen juntos y, cuando uno de ellos se sienta con vosotros a vuestra mesa, recordad que el otro está durmiendo en vuestro lecho.
En verdad, estáis suspensos, como fiel de balanza, entre vuestra alegría y vuestro dolor.
Sólo cuando vacíos estáis quietos y equilibrados.
Cuando el tesorero os levanta para pesar su oro y su plata, es necesario que vuestra alegría o vuestro dolor suban o bajen.
El Dolor
Y una mujer pidió: Háblanos del Dolor.
Y él dijo:
Vuestro dolor es la ruptura de la celda que encierra vuestra comprensión.
Así como la semilla de la fruta debe romperse para que su corazón se muestre al sol, así debéis vosotros conocer el dolor.
Y, si pudiérais mantener vuestro corazón maravillado ante los diarios milagros de la vida, vuestro dolor no os pareciera menos prodigioso que vuestra alegría.
Y aceptaríais las estaciones de vuestro corazón así como habéis aceptado siempre las estaciones que pasan sobre vuestros campos.
Y esperaríais con serenidad a través de los inviernos de vuestra pena.
Mucho de vuestro dolor es elegido por vosotros mismos. Es la poción amarga con la que el médico que hay dentro de vosotros cura vuestro ser enfermo.
Por tanto, confiad en el médico, y bebed el remedio en silencio y tranquilidad; porque su mano, aunque dura y pesada, guiada está por la tierna mano del Invisible.
Y el vaso con que brinda, aunque queme vuestros labios, ha sido moldeado de la arcilla que el alfarero ha humedecido con sus propias lágrimas sagradas.
La Muerte
Almitra, entonces, habló, diciendo: Os preguntaríamos ahora sobre la Muerte.
Y él respondió:
Desearíais saber el secreto de la muerte.
¿Pero cómo lo encontraréis á menos de buscarlo en el corazón de la vida?
El mochuelo, cuyos ojos atados a la noche son ciegos en el día, no puede descubrir el misterio de la luz.
Si, en verdad, queréis contemplar el espíritu de la muerte, abrid de par en par vuestro corazón en el cuerpo de la vida. Porque la vida y la muerte son una, así como el río y el mar son uno también.
En el arcano de vuestras; esperanzas, y deseos reposa vuestro conocimiento silencioso del más allá:
Y…, como las semillas soñando bajo la nieve, vuestro corazón sueña con la primavera.
Confiad en los sueños, porque en ellos el camino a la eternidad está escondido.
Vuestro miedo a la muerte no es más que el temblor del pastor cuando está en pie ante el rey, cuya mano va a posarse sobre él como un honor.
¿No está, acaso, contento el pastor, bajo su miedo de llevar la marca del rey?
¿No lo hace eso, sin embargo, más consciente de su temblor?
Porque, ¿qué es morir sino erguirse desnudo?
Y, ¿qué es dejar de respirar, sino el liberar el aliento de sus inquietos vaivenes para que pueda elevarse y expandirse y, ya sin trabas, buscar a Dios?
Sólo cuando bebáis el río del silencio cantaréis de verdad. Y, cuando hayáis alcanzado la cima de la montaña es cuando comenzaréis a ascender.
Y, cuando la tierra reclame vuestros miembros, es cuando bailaréis de verdad.