Asume más riesgos

Te hago esta promesa en tu lecho de muerte, en el ocaso de tu vida, no te lamentarás por todos los riesgos que corriste. Lo que llenará tu corazón de pesar y amargura serán todos aquellos riesgos que no asumiste, todas las oportunidades que no aprovechaste y todos aquellos miedos a los que no te enfrentaste.


«Recuerda que detrás del otro lado del miedo está la libertad»


No pierdas de vista el principio eterno para el éxito que dice:

La vida no es más que un juego de números … cuantos más riesgos corras, más recompensas recibirás”.

O, en palabras de Sófocles:

La fortuna no está del lado de los tímidos”.

Para vivir la vida plenamente, empieza por asumir más riesgos y hacer las cosas que temes. Hazte un maestro en el arte de sentirte incómodo y deja de transitar por el sendero de la mínima resistencia. Pues claro que hay más posibilidades de que tropieces si sigues el sendero menos trillado, pero esa es la única manera de que llegues a alguna parte.

Como decía siempre mi madre, que era una sabia:

Quien quiera peces, que se moje el culo”.

O, como observó André Gide:

No se descubren nuevas tierras sin consentir en perder de vista la orilla durante mucho tiempo”.

El verdadero secreto de una vida de abundancia radica en dejar de pasar los días buscando seguridad y empezar a emplear el tiempo en perseguir las oportunidades. Sí, es cierto que exèrimentarás una buena dosis de fracasos cuando empieces a vivir con más determinación y pasión.

Pero el fracaso no es sino APRENDER A GANAR.

O, como me dijo mi padre en cierta ocasión:

Es arriesgado subirse a las ramas, pero ahí es donde está la fruta”.

La vida consiste en ELEGIR. Las personas profundamente realizadas y que se mantienen al día simplemente hacen elecciones más sensatas. Puedes elegir entre pasar el resto de tus días sentado a orillas de la vida en total seguridad o correr algunos riesgos, arrojarte de cabeza a las aguas profundas y descubrir las perlas que aguardan a las personas con suficiente valor. Para mantenerte inspirado y centrado en el hecho de que debo seguir ampliando mis fronteras personales con el correr del tiempo, he pegado las siguientes palabras de Theodore Rooselvelt en la pared del estudio en el que escribo:

No es el crítico el que cuenta, ni el hombre que señala el tropiezo del fuerte o el modo en que podían haberse mejorado las hazañas del héroe. El honor pertenece al hombre que está en la arena, cuyo rostro manchan el polvo, el sudor y la sangre, que lucha valientemente, que yerra y falla por poco una y otra vez, que conoce los grandes entusiasmos, las grandes devociones y que se gasta en una causa valiosa, quien en el mejor de los casos conoce al final las mieles del triunfo y el logro, y quien, en el peor de los casos, si fracasa, al menos fracasa arriesgandose grandemente, de manera que su lugar no estará nunca con esas frías y tímidas almas que no conocen ni la victoria, ni la derrota”.


Extraído del libro de Robin S. Sharma: “Lecciones sobre la vida del monje que vendió su Ferrari

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